domingo, 14 de noviembre de 2010

Trastornos metabolicos en obesos y en no obesos - Epidemiologiaescobar

Por momentos, las sesiones del X Congreso de Obesidad y Trastornos
Alimentarios, que acaba de finalizar en esta ciudad, alcanzaron profundidades
filosóficas.
“¿Qué es la obesidad? ¿Qué es ser obeso? ¿Es lo mismo ser obeso que estar
enfermo de obesidad?”, se preguntaron los especialistas en una de las conferencias
que inauguraron las jornadas. Las respuestas no resultaron tan sencillas ni obvias
como podría imaginarse.



Todo un cúmulo de investigaciones está indicando que, cuando hablamos
de salud, no basta con alcanzar el dorado galardón de “peso normal” que
determina el índice de masa corporal (peso dividido por el cuadrado de
la altura). Hay personas pesadas y, sin embargo, con mejor salud metabólica
(es decir, niveles adecuados de colesterol y triglicéridos en sangre, buena
sensibilidad a la insulina, sin hipertensión ni intolerancia a la glucosa, todo lo
cual reduce el riesgo de varias enfermedades) que individuos delgados, pero
cuyo tejido graso es, desde el punto de vista cualitativo, cuantitativo y
funcional, inadecuado. Es más: un estudio publicado en la revista
Circulation descubrió que entre mujeres con igual estado metabólico,
una mayor adiposidad puede reducir (y no aumentar) la prevalencia de
enfermedad coronaria.



¿Quiere decir que tenemos que dejar de lado todo lo que habíamos
aprendido sobre los trastornos que acarrea la obesidad? “No –corrige
la doctora Rosa Labanca, docente de la UBA y presidenta del
Congreso de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos
Alimentarios (Saota)–. Significa que, si bien el índice de masa corporal
es una primera señal de alerta, igual que la relación entre la cintura y la
cadera [que en las mujeres no debería ser superior a 0,72], para evaluar
la salud de nuestros pacientes tenemos que ir más allá de estos números
e investigar, por ejemplo, cómo es su alimentación y cuál es la proporción
y distribución de músculo y tejido adiposo de su organismo.”



A medida que la ciencia logra nuevos conocimientos sobre el caleidoscopio
fisiológico del organismo humano, el panorama de la obesidad se va
haciendo cada vez más complejo. Según explica el doctor Gustavo
Lobato, médico nutricionista y deportólogo de la UBA, además de
secretario de la Saota, una clasificación aproximada de esta nueva visión
indica que, en todas las categorías de peso, hay individuos metabólicamente
sanos y otros que sufren problemas metabólicos.



“¿Cuál es la diferencia entre un individuo obeso metabólicamente sano
y un obeso en riesgo? –se pregunta Lobato–. El primero tiene poca
grasa visceral, porque tiene buena cantidad de tejido celular subcutáneo.
Tiene alto índice de masa corporal, pero también alta sensibilidad a la
insulina, y adipocitos en cantidad y calidad adecuadas que pueden
albergar el exceso energético. Es un obeso que no tiene las complicaciones
metabólicas de la obesidad, aunque –aclara– pueda padecer las
complicaciones mecánicas, como la apnea del sueño o los trastornos
articulares. En el segundo, el tejido celular subcutáneo está desbordado.
Lo mismo puede ocurrir en personas con índice de masa corporal normal,
como los individuos mayores que sufren pérdida de masa muscular y
disminución de la masa ósea, pero acumulación de grasa visceral. Tienen
bajo peso, pero alta proporción de grasa dañina.”



Según el doctor Alex Valenzuela, presidente de la Sociedad Chilena de
la Obesidad, cuando se aumenta de peso, diversos factores determinan
dónde almacenaremos los triglicéridos (grasas sintetizadas a partir de
los alimentos), si en el tejido adiposo subcutáneo o en el profundo, visceral.
“Depende de factores genéticos, del estrés... También sabemos que el
sedentarismo condiciona la distribución del tejido graso hacia lo más
profundo –explica–. Vemos cada vez más pacientes que, a pesar de su
índice de masa corporal elevado, no tienen dislipidemia; no tienen
hipertensión; no tienen problemas de intolerancia a la glucosa, pero
en ellos la pregunta es cuánto tiempo pueden permanecer así. Un caso
es el de los luchadores de sumo, que tienen índice de masa corporal
superior a cuarenta, consumen 7000 calorías diarias y son metabólicamente
normales mientras realizan seis horas diarias de gimnasia que redistribuye
su grasa hacia los tejidos subcutáneos. Pero cuando dejan de hacer la
actividad física que practicaban, padecen todas las enfermedades
metabólicas propias de las personas obesas y la mayoría fallece del
corazón desde los 35 años en adelante. Entonces, ¿existe el obeso sano?”



Al parecer, una cosa es definir obesidad y otra diferente, quién es obeso.
“No son obesos todos aquellos que la parecen –concluye el doctor Julio
Montero–. Me parece que lo más importante no es determinar quién es
obeso clínico, sino quién es obeso metabólico. Hay casos en que el
tejido adiposo puede ser un factor protector y, por otro lado, es
importante que no se nos escapen individuos dismetabólicos sólo por
no tener un excesivo sobrepeso.”



UNA DIETA INFLAMATORIA



MAR DEL PLATA.– Una de las hipótesis que explicarían por qué
es tan nociva la grasa visceral es que se encuentra infiltrada por una
gran cantidad de macrófagos, células del sistema inmune asociadas
con los procesos de inflamación. “Una posibilidad es que los pacientes
obesos metabólicamente normales carezcan de la infiltración de
macrófagos, que son los que más generan las sustancias negativas
que producen resistencia a la insulina”, explica el doctor Valenzuela.
Según especialistas de la Saota, la alimentación baja en carbohidratos,
y con carnes, verduras y frutas sin procesar, más algo de lácteos tendría
también efectos antiinflamatorios en el organismo.

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